Historia de la Ciudad de México

¿Habrá alguna ciudad en el mundo que supere la grandeza histórica de la Ciudad de México?. La certeza de esta respuesta nos corresponde a cada uno de nosotros.

Se dice que el Anáhuac era la región más transparente poseedora del cielo más azul... Ésta afirmación romántica va todavía más allá, pues responde a una auténtica característica geográfica que fue descubierta por los primeros pobladores que decidieron establecerse en este valle lacustre.

El Anáhuac se distinguía por una peculiaridad muy especial: Al sur se apreciaba cercado de grandes montañas boscosas como el Ajusco y al norte de imponentes cerros como el Chiquihuite y el de Tres Padres.

Ambas fortalezas estaban cerradas en ambos extremos por largos avistamientos nevados, mientras el rebosante Nevado de Toluca lo hacía por el poniente, los majestuosos volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl perpetuaban su grandeza en el extremo oriente, estos colosales monumentos geológicos son los testigos mudos de: "La Historia de la Ciudad de México".

La riqueza y extraordinaria belleza natural de esta tierra, sedujo a primera vista a todos aquellos hombres y tribus que lograron divisarla. Este inevitable encanto hipnotizó a los hombres de Ténoch, quienes provenientes de un lugar mítico situado en tierras del hemisferio norte llamado Aztlán encontraron en un islote el cumplimiento de su profecía: Un águila arriba de un nopal devorando a una serpiente, detenía sus cientos de años de largo peregrinar.

Esta visión tuvo lugar en 1325, año en que los aztecas o mexicas fundaron México - Tenochtitlan, quizás ni el sacerdote Ténoch, ni el primer emperador Acamapichtli hubieran podido imaginar que este símbolo perduraría por 675 años después como el escudo nacional de una patria con casi 100 millones de habitantes.

México - Tenochtitlan emergió de un puñado de rocas en la inmensidad de sus grandes lagos, a los que el mexica chinampeó metro a metro hasta convertirla en la reina del Anáhuac y posteriormente en la ciudad que albergó el corazón y cerebro del imperio más extenso y poderoso de Mesoamérica. Esta empresa es incomparable en la historia del hombre y evidencia la vocación constructora de los aztecas.

La elección de este sitio fue excepcional, pues por su aislamiento natural concedía ventajas militares y económicas que revelaron la agudeza de los líderes mexicas para captar su valor estratégico, incluso para el desarrollo de una economía mixta basada en la agricultura, la caza y la pesca; con la posibilidad de comunicarse por el agua.

Los mexicas crearon el suelo acumulando lodo sobre balsas de juncos, ahondar canales y construir canales y puentes literalmente sobre el agua; a ésta misma no le declararon la guerra, sino que optó por pactar con ella una tregua en donde finalmente aprendieron a coexistir.

México - Tenochtitlan llegó a ser una verdadera ciudad con una densidad superior a los 2 mil habitantes por kilómetro cuadrado; su traza estaba formada por una red geométrica de canales en un cuadrilátero de 3 kilómetros por lado con superficie de casi mil hectáreas. En esa época Roma ocupaba únicamente 386 hectáreas más.

Su centro ceremonial alcanzó dimensiones sin precedentes: 325 metros de oriente a ponientes y 312 de norte a sur que comprenden una superficie de más de 100 mil metros cuadrados que casi duplica la de nuestra actual Plaza de la Constitución, que es una de las mayores del mundo.

Ahí se edificaban 78 templos y recintos de gobierno y disponía de cuatro accesos cardinales que eran arranques de los ejes viales de la Ciudad, construidos sobre los lagos que comunicaban la isla con tierra firme.

Contemporáneas a su época, sólo cuatro ciudades europeas albergaban alrededor de 100 mil habitantes, y Sevilla que representaba entonces la más grande en España, contaba con apenas 45 mil habitantes. La población de México - Tenochtitlan era superior a los 500 mil habitantes.

En esta metrópoli se desarrollo una estructura de servicios municipales que el Viejo Continente llevaría al cabo hasta varios siglos después. En cuanto a la limpieza, Motolinía se refería a las calles de México -Tenochtitlan como las más limpias y barridas que "no habría que cosa tropezar y que aunque la planta del pie fuera tan delicada, no recibiría el pie detrimento alguno en andar descalzo. Pues qué diré de la limpieza de los templos, sus gradas y patios que no sólo estaban encaladas sino muy bruñidas". Clavijero estimó en mil el número de hombres que Moctezuma empleaba en la limpieza.

La sanidad estaba en una etapa mucho más avanzada que en la Europa del S.XVIII. En las calzadas de la ciudad se disponía de mecanismos de servicio público para recoger ordenadamente los excrementos humanos para destinarlos a fertilizantes de suelos.

En Europa todavía no existía el concepto de alumbrado público, mientras que en México - Tenochtitlan se iluminaban sus calles con rajas de ocote, luminarias que como muchas otras se apagaron con la Conquista para volver a convertirse en servicio municipal hasta 1777.

Toda aquella grandeza de México Tenochtitlán fue abatida por la Guerra de Conquista, la cual comenzó en 1519 y terminó en 1521. Este conjunto urbano sufriría una batalla final de tres largos meses, realizándose en su mayoría como una auténtica batalla naval, pues aprovechando la geografía esa fue la estrategia de Hernán Cortés. Es la única ciudad en el mundo que ha presenciado una batalla naval a 300 kilómetros de las costas y a 2,200 metros de altura sobre el nivel del mar.

El recinto sagrado de los Caballeros Águila y Caballeros Tigre no volvería a ver graduarse a aquellos guerreros que alcanzaban su máxima espiritualidad y compromiso teológico con su patria, después de someterse a una auténtica carrera para alcanzar la dualidad entre el cielo y la tierra, así como el cuerpo y la mente.

Corrieron los ríos de sangre en lo que antes fueron aguas cristalinas; el imperio colosal y majestuoso llegaba a su fin. El gran mercado de Tlaltelolco no volvería a explotar ese bullicio ensordecedor que dejó perplejos a los conquistadores, aún a aquellos que ya habían estado alguna vez en Constantinopla.

Los templos de Quetzalcóatl y Tezcatlipoca rojo y Tezcatlipoca negro dejarían eternamente de vigilar al frente y a los flancos los sacrificios humanos que se otorgaban al dios y astro máximo: El sol.

Moctezuma Xocoyotzin, Cuitláhuac y Cuauhtémoc perpetuarían su nombre en la historia como aquellos emperadores que tuvieron la difícil labor de conjeturar aquel enigma del retorno de Quetzalcoátl. Además de la pena de observar el paulatino deceso de la gran metrópoli que los dioses les habían encomendado.

México - Tenochtitlan fue sitiada y destruida. Los monumentos fueron demolidos y con sus mismas piedras los mexicas sobrevivientes tuvieron que edificar los templos de dioses ajenos bajo la dramática e inmunda labor de la esclavitud y sometimiento de la conquista espiritual.

Oswald Spengler escribió un réquiem a México - Tenochtitlan que bien vale en esta ocasión, no como epitafio, pero sí como una simple reflexión acertada: " Esta cultura es el único ejemplo de una muerte violenta. No falleció por decaimiento, no fue ni estorbada ni reprimida en su desarrollo. Murió asesinada en la Plenitud de su evolución, destruida como flor que un transeúnte decapita con su bastón..."

"En cuanto tiempo dure el mundo, nunca se perderá la gloria de México Tenochtitlan...": Chimalpahim

Continuará...
Fuente: Cámara de diputados

Comentarios