Por Alejandra Salazar
El nombre común del jaguar proviene del vocablo guaraní “yaguareté”; el nombre científico del jaguar negro es Panthera onca, también conocido entre los mayas como "Estrella o Lucero Jaguar". Es un cazador solitario, activo tanto de día como de noche. Se alimenta de una gran variedad de animales, desde peces e iguanas hasta tapires. Para ocultarse en la vegetación, la coloración de su cuerpo le ayuda a disimular su presencia, sus patas rechonchas y acojinadas tocan el suelo suavemente para evitar el ruido.
El jaguar fue el animal más temido para las antiguas civilizaciones que surgieron en México y Centroamérica por su astucia y ferocidad, moviéndose silenciosamente y apareciendo como un fantasma sobrenatural; tenía un rol religioso y un simbolismo militar importantísimos. Lo encontramos presente desde las primeras representaciones plásticas de la cultura olmeca hasta la actualidad: en los cuentos, leyendas y tradiciones locales. Es señalado como un felino nocturno y crepuscular, por eso está relacionado con la noche, cuando el sol nocturno, en su tránsito por la bóveda celeste, atraviesa el inframundo.
Gobernantes, guerreros y sacerdotes veneraban a este felino, no sólo por ser el depredador más grande de América, sino por una serie de rasgos distintivos relacionados con la naturaleza, particularmente el día y la noche. Se creía que no sólo formaba parte del mito de la creación sino también que los reyes y nobles descendían de él.
En su libro “Balam: el jaguar a través de los tiempos y los espacios del universo maya”, María del Carmen Valverde Valdés, doctora en Estudios Mesoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, menciona que la fuerza y cualidades del jaguar son algunos motivos que facilitaron la incorporación del jaguar como un ser sagrado en el universo simbólico de las culturas mesoamericanas. Según la doctora, el jaguar era también símbolo de vida y fertilidad, no en balde es capaz de tener hasta 40 cópulas consumadas al día.
“El jaguar es una figura sagrada que pertenece a otro espacio y mundo que no es el de los pueblos ni el espacio civilizado y controlado por todos los hombres. El jaguar representa lo que está fuera, en otro espacio, y se le sigue viendo como el señor de los animales”, agrega.
Era tal la importancia del jaguar en el área maya que muchas ciudades precolombinas hacían alusión al animal en sus edificios y su toponimia. Tal es el caso de Ek Balam, una de las pocas ciudades que conserva su nombre prehispánico y que no es la única que hacía alusión al felino. Sitios como Calakmul y Yaxchilá, tenían dinastías gobernantes con el apelativo jaguar.
En México, según los resultados del Censo Nacional del Jaguar (2008), cada año mueren 300 ejemplares, como resultado de la caza furtiva y la urbanización.
(Tomado de “El Diario de Yucatán”, edición impresa; Noviembre 21, 2012)http://yucatan.com.mx/temas/el-poderoso-dios-jaguar
Bibliografía:
-Valverde Valdés, María del Carmen. “Balam: el jaguar a través de los tiempos y los espacios del universo maya”. México, UNAM, Centro de Estudios Mayas, 2004.
Imágenes:
(1) Jaguar negro. (Revista “Muy Interesante México”, Junio 2015)
(2) Jaguar negro.
(3) La hermosa acrópolis de Ek Balam o "Jaguar Negro", situada al norte de la Península de Yucatán rumbo a Río Lagartos.
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