Zona Arqueológica Las Cuarenta Casas, Chihuahua

La Zona Arqueológica “Las Cuarenta Casas” es algo impresionante. Fue una importante zona que protegía los grupos afines establecidos en la región, además de salvaguardar las rutas comerciales. Sus pobladores cultivaron maíz y calabaza, su alimentación se complementaba con la cacería de especies menores –conejos– y con la recolección de plantas silvestres comestibles como bellotas, semillas de yuca y hojas de maguey.

Lo anterior se comprueba por los restos que fueron localizados en las excavaciones arqueológicas. Paquimé, centro regional, debió tener frecuentes problemas con grupos vecinos hostiles, lo que explica la presencia de muchos puntos de vigilancia en áreas muy extensas. Asediado por esos grupos o quizás por problemas internos, el asentamiento decayó, fue abandonado y algunos de sus habitantes emigraron. Hacia 1340 después de Cristo, fue atacado intensamente y vencido por sus enemigos, quienes lo tomaron y destruyeron los santuarios como signo de dominio.

A la caída de Paquimé las rutas de comercio dejaron de funcionar, los grupos que las custodiaban dejaron de hacerlo y muchos de los sitios de la sierra fueron abandonados. Los habitantes de las cuevas del área de Las Cuarenta Casas se retiraron a las cercanías en busca de sitios de acceso más sencillo. La Cueva de las Ventanas fue reocupada, ocasionalmente, para celebrar ritos.

Parte del grupo original que habitó el área de las cuevas, existía a la llegada de los primeros europeos, quienes nos dejaron algunos datos de sus costumbres; entre ellos se nombraban jovas, mismo con el que se referían a una familia amplia, ahora extinta.

Recorrido.

Del conjunto de cuevas, la única que ha sido parcialmente restaurada es La Cueva de las Ventanas. Es un sitio arqueológico pequeño construido con fuertes muros de adobe colado, en los que pueden verse pequeñas puertas con forma de "T", que caracterizan a la arquitectura prehispánica de la región. Se trata de un estructura escalonada de la que sólo se permite visitar los recintos de la planta baja, que están distribuidos de tal forma que se aprovechó al máximo el espacio que brinda la cueva.

Cueva de las Ventanas

Recinto 2.

El recinto 1 está casi totalmente destruido y debió quedar hacia el lado del talud de la cueva. El recinto 2 tenía en su parte superior la torre de vigilancia del asentamiento, que contaba con un gran número de ventanitas. En este lugar se encontró un pequeño canal y un urinario, los únicos del sitio. Debieron usarse en época de invierno ya que en la región éste es muy crudo.

Recinto 3.

Es grande y alargado, por estas características debió haber sido el área donde se efectuaban la mayoría de las actividades cotidianas. Por tener una banqueta tallada en la roca madre sirvió para efectuar algún tipo de ceremonias, como se hace en las kivas, recintos de los indígenas que habitaban el suroeste de Estados Unidos, desde la época prehispánica. Las Cuarenta Casas tiene importantes afinidades con los sitios de aquella región.

El sitio está parcialmente techado con vigas de pino y presenta los restos de ventanas que quizá complementarían las de la torre de vigilancia. Se encontraron vestigios de una puerta de tamaño normal, las demás son de un metro de altura. En este último recinto y casi en todos los demás pueden verse los restos de fuertes pisos de estuco bien acabados.

Recinto 4.

Está casi totalmente destruido, carece de techumbre, los restos de los muros señalan que su tamaño fue mayor a los del fondo de la cueva que tuvo funciones semejantes a las del Recinto 3.

Recinto 5.

Es de planta irregular y se le construyó sobre una gran roca. Gracias a las antiguas fotografías del sitio se sabe que en su interior albergaba un granero de forma casi ovoidal, cubierto con una especie de tapa de hierbas tejidas. Su altura total debió ser de dos metros, actualmente se encuentra totalmente destruido y sólo fue posible observar los restos de sus muros en el piso del recinto; estos fueron hechos con hierva seca trenzada y cubierta de lodo. Graneros como éste han sido localizados en sitios semejantes de la Sierra Madre Occidental.

Recinto 6.

Los recintos que siguen en el recorrido son los que fueron construidos en el fondo de la cueva, adosados a la pared rocosa y que debieron ser de carácter habitacional. El número 6 se encuentra en el lado sur y conserva su techo de vigas de pino en buenas condiciones. Por encontrarse adyacente a los recintos 3 y 7 es muy oscuro y frío.

Recintos 7 y 8.

El 7 es semejante al anterior, no conserva resto alguno que lo distinga. El 8 carece de techumbre y tiene acceso a una pequeña oquedad que hizo las veces de patio interior. Uno de sus moradores debió dedicarse al tallado de flechas, quizás como una actividad complementaria a la de agricultor, ya que aquí se encontraron varias de las piezas que antiguamente eran utilizadas para alisar las varas que se empleaban para manufacturar dichos proyectiles.

Recintos 9 y 10.

Ambos se encuentran muy deteriorados e incluso el 10 probablemente fue apuntalado por sus últimos habitantes. Se encontraron vestigios de pequeñas estufas inmuebles así como escalones de tierra compactada que daban paso a los recintos largos que se encuentran al frente.

Recinto 11.

Básicamente es igual a los anteriores, pero por alguna razón grupos indígenas de cultura semejante a la de los constructores lo visitaron y pintaron algunos diseños zoomorfos sobre sus paredes; se trata de figuras estilizadas que parecen representar alguna ave muy alargada, ya que se distingue un pico. Cabe la posibilidad, también, que los pintores hayan sido sus habitantes originales que regresaron para celebrar algún tipo de ritual que no podía hacerse en otra parte.

Recinto 12.

En este recinto fue posible detectar el enterramiento de un individuo, posiblemente un dirigente local, que fue colocado en el pequeño espacio entre el muro y la roca madre de la cueva. Tenía una ofrenda pequeña de maíz, una vasija para beber y una bolsa de cuero que contendría pinole, costumbre de los pueblos prehispánicos de México. El sujeto tenía, asimismo, una cuenta de piedra semipreciosa para que pudiera ingresar al inframundo. El hombre estaba envuelto en un petate mortuorio semejante a los que se ven representados en algunos de los antiguos códices prehispánicos.

Recintos 13 y 14.

El 13 está muy deteriorado y quizá tuvo grandes dimensiones. El 14 es más pequeño y está aislado, fue construido sobre el fondo rocoso y por sus pequeñas dimensiones pudo haber sido utilizado sólo para dormir, así como para aislar temporalmente algunas personas, de acuerdo con las creencias de sus habitantes, como se hacía con las jovencitas que tenían su primera menstruación. Esta costumbre es practicada por grupos indígenas del área, incluso se registra hasta épocas más recientes. Desde el recinto 14 es posible observar lo que fueron los pisos de los recintos de la planta alta, aunque están deteriorados, puede notarse, incluso, la presencia de formas modeladas con arcilla cerca del centro de cada piso; su forma es rectangular y de escasa altura, se trata de las estufas inmuebles que se utilizaban en el sitio y en toda la región.

Cómo llegar.

El sitio arqueológico se ubica a 336 kilómetros al noroeste de la ciudad de Chihuahua. Para llegar se toma la carretera que se dirige a Ciudad Cuauhtémoc y a Soto Maynez, posteriormente se desvía rumbo a Estación Babícora y se continúa por el camino de terracería que lleva a la meseta del Huracán, al pasar 18 kilómetros se ubica el pueblo del Vallecito, allí se localiza la zona de Las Cuarenta Casas.

Información del sitio

Los días de visita son de lunes a domingo de 9:00 a 17:00 horas, para acceder a miradores y de 10:00 a 15:00 horas para recorrido en cuevas. Ofrece servicio de estacionamiento y cuenta con custodios.

Fuente: Z.A.40CASAS

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